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El Taller del Artista

Ejemplo de texto, del 21 agosto. Les habitants des hauts plateaux craignent que le projet ne les prive de leurs ressources en eau. | Chile/Cecile Bouscayrol
  • “El Taller del Artista”
  • 2008-2009
  • Acrílico sobre lienzo
  • 400 x 250 cm
  • ©

Estimado lector:

Esperando estés bien, te escribo esta carta para que conozcas mi última pintura sobre la presidenta que denominé El Taller del Artista”, en cita a la obra homónima de Gustave Courbet y donde me he retratado pintando a la presidenta Bachelet junto a treinta personas de la cultura de la región de Valparaíso, Chile.

En esta obra aparece el pintor, es decir mi autorretrato, mirando al público y trabajando en un taller situado al interior de la Casa de Gobierno. La Presidenta posa con su mano a la altura del hombro y descansa en su pierna derecha, dejando atrás, escondida, la izquierda. Le he pintado también la banda presidencial y un traje color azul que hace juego con los zapatos del mismo color.

En la tela que trabaja el pintor, se aprecia una interpretación de esta imagen mediante otra figura: la presidenta es un busto desnudo y sin rostro, con el brazo inclinado y gestualizando con el dedo índice hacia arriba en señal de la existencia del Creador; el mismo gesto que aparece en varias obras de Leonardo da Vinci, y que en este caso parece indicar lo que sucede arriba, en el árbol que está tras la tela y donde he expresado la vida en el movimiento de las hojas que siguen la forma de un gran pez. En este árbol-pez incluí la flor del girasol en lugar del ojo y las hojas de más arriba forman su boca. La mirada del espectador termina saliendo por una abertura en el techo que deja ver el cielo; en el borde de esta abertura, y mirando hacia abajo, pinté un lorito verde, el icono del equipo de fútbol profesional de Valparaíso.

Volviendo a la obra en que trabaja el pintor, bajo el busto desnudo y sin rostro que alude a la presidenta, he creado una forma que abarca desde la cintura a los pies del cuerpo de la mandataria, y que compuse con tres círculos verticales; los pies a su vez se transforman en las aletas de una sirena que pareciera estar parada sobre una tortuga. Este símbolo de la mujer sobre la tortuga lo extraje de una leyenda Rapa Nui. La anterior imagen es esbozada en la tela del pintor y es casi subliminal para el espectador. Al lado, aparece un árbol en interpretación de los brotes del florero cercano a la presidenta, y bajo éste, ocurre un fenómeno visual interesante que sintetiza parte de mi búsqueda: se ve un perro que viene saliendo de la dimensión de la pintura y que dialoga con su modelo; se trata de una imagen viva que parece no conformarse con su bidimensionalidad y desea participar de otra realidad; ambos perros se observan uno al otro como en un espejo, dando la sensación que en esta vida las cosas no son lo que aparentan.

Lo paradójico de esta escena, es que el perro que observa la tela también ha sido pintado, ya no por el pintor que aparece mirando al espectador, sino por mí, el Alter Ego del autor; entonces, dicho perro se enfrenta con su propio reflejo, que más que reflejo, es una interpretación. Aquí se desarrolla una dialéctica múltiple sobre la creación, lo creado y su acción en nuestra realidad. Para decirlo de otra forma, yo Artemiso Arteaga he sido creado por el autor, y a la vez he pintado un autorretrato, a un pintor, que a su vez pintó un perro, el que por último se refleja con el perro "real"; viniendo a ser la criatura de lo creado, un fenómeno sobre la acción creadora y que he querido expresar mediante la fidelidad de este animal. En dicha escena se deja entrever las múltiples capas de la conciencia pictórica del autor.

En esta obra también plasmé una serie de cuadros que dispuse en las paredes. Arriba de la presidenta, por ejemplo, recreé una obra de Gil de Castro donde aparece O’Higgins con una corbata de nuestra época y con un bigotito a lo Dalí; a los pies de esta pintura escribí una cita que dice "Pasado y presente del "guacho" Riquelme, retrato pintado por el incansable y simpático Artemiso Arteaga, en homenaje a José Gil de Castro 1785-1843"; también, O’Higgins lleva un remolino, que he repetido junto a los brotes del florero, integrando por primera vez mi símbolo: la Flor de los Cuatro Colores.

A la izquierda, hay una pintura en cierta penumbra donde reproduje otra obra que Gil de Castro hizo de la madre de O’Higgins, a quien pinté con audífonos y un I-Pod para contextualizarla en nuestra época.

Pero otra pintura llama la atención en este Taller del Artista, que podría ser también un espejo; a la derecha de la tela hay una silueta que parece venir saliendo del marco dorado, es la imagen de Salvador Allende con una paloma en la mano y que apoya sobre su pecho; esta imagen fantasmal la he relacionado por color con el traje de la presidenta. Aquí Allende aparece como una presencia elocuente de una historia ocurrida en la propia Casa de Gobierno, y que se filtra en los pasillos del poder para nutrirlo y humanizarlo de un pensamiento abortado.

A la derecha de la tela, dispuse otra pintura en perspectiva, en ella hay un personaje que se ha transformado en un enigma; este viste un traje azul y su mano indica un papel escrito sobre un mantel de terciopelo; junto a la mano hay dos plumas, dando a entender que se trata de un personaje histórico. En el papel escribí el siguiente texto: "Esta pintura es un reflejo de la sociedad chilena bajo el gobierno de la primera presidenta Michelle Bachelet 2006-2010 y fue pintado por el– y aparece la mano del personaje que no deja ver como sigue el texto y más abajo se lee- quien era un modesto artista de la época, el Alter Ego de Andrés Ovalle Herrera, el mismísimo y enigmático pintor Artemiso Arteaga, quien vuelve de NY para retratar a la presidenta. A. O."

Te cuento además, que distribuí los colores para crear un ritmo que permita el movimiento de la lectura. Los colores de esta obra los dispuse por zonas, así, verdes, azules, cafés, negros, rojos, amarillos y grises, balancean la composición.

También, los muros de la habitación han sido levemente inclinados para darle mayor movimiento y plasticidad a la rigidez de la arquitectura.

He dividido el espacio de la tela siguiendo estudios del Giotto, Velásquez y del propio Courbet. Separé la obra en dos segmentos que atravesé por una línea horizontal imaginaria en la mitad de la tela. Desde la línea hacia arriba he mostrado la amplitud de la habitación, y desde la línea hacia abajo he pintado a treinta personalidades de la cultura de la región de Valparaíso.

Tuve que contactar y fotografiar estas personas para crear El Taller del Artista, obra que nace de la necesidad de dejar a la posteridad un retrato grupal que marque el período histórico que estamos viviendo los chilenos, bajo el gobierno de la primera presienta de Latino América y durante la celebración del Bicentenario. Necesidad que espero haber satisfecho también con todas las obras de este proyecto.

Andrés Ovalle

En este Taller del Artista aparecen parados de izquierda a derecha :

Pablo Andueza, Thelmo Aguilar (atrás), Virginia Vizcaino, Juan Cameron, Jorge Coulón, Dino Samoiedo (atrás), Peter Kroeger, Alberto Ludwig (Q.E.P.D.), Ana María Chamy (atrás).

Sentados de izquierda a derecha: Javier Adán, Temo Lobos (Q.E.P.D.), Patricio Manns. En primer plano y de espaldas: Juan Ayala.

Al otro extremo, parados y de izquierda a derecha: Mario Paté Ibarra, Camilo Vargas (atrás), Paula Contreras; Gonzalo Palma (adelante), Marcelo Rossi.

En la fila de atrás: Andrés Gajardo, Alejandra Fritis, Francisco Chahuán, Bernardo Providel y Jorge Cruz (con bebé en brazos).

En la fila del medio: Klaudia Kempler (sentada), Antonio Guzmán, Vanessa Grondona, Arnoldo Carvajal.

Sentada con el l ibro: Michèle Romieux ; fotografiando: Mauricio del Pino; en primer plano y recostada: Pilar Sepúlveda.

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