El sueno de Dona Ines

• “El sueño de Doña Inés”
• 2011
• Oleo y Temple sobre tela
• 200x115 cm
• ©

"El sueño de Doña Inés" representa la visión al futuro de doña Inés de Suarez, amante de don Pedro de Valdivia conquistador de Chile, quien se transformo en la primera gobernadora del país. Ella, con su espada, salvo Santiago del ataque de Michimalonco jefe indígena de la zona de Aconcagua. A su lado está don Pedro de Valdivia con los ojos segados por una cinta de oro en alusión a la fiebre de los conquistadores por ese metal.

Los personajes aledaños representan los poderes, el obispo parado sobre el globo terráqueo con la Biblia y un teléfono celular en la mano, e investido del poder propio de su rango, más atrás un estudiante sobre un patín que no se sabe a donde va, cuyos cabello se enciende en llamas, recordando aquel mito recurrente en los campos de América Latina de que si se estudia mucho se "quema el cerebro", de su carpeta caen letras que si bien se miran son el titulo del cuadro y el nombre del autor, sugiriendo de que el problema de la educación en Chile y el mundo es preocupante, ya que la seudo cultura de la globalización ha desplazado la "Alta Cultura", o si se quiere esta, peca de omisión al no participar en las decisiones mundiales, dejándole el camino abierto y llano a la "Farándula.

A ambos costados del cuadro se ven una española pasando "a la antigua" un mensaje bajo una puerta.

y a la izquierda una "Mapuche" con un ordenador con "mouse" serpentino que nos recuerda la tentación del paraíso. En el paisaje de fondo Santiago, capital del Reino de Chile, una de las capitales mas australes del mundo, pero con los mismos problemas que las urbes de los otros continentes, con un tráfico automovilístico colapsado, y en la atmósfera, la contaminación del "Smog" y de las ondas de radio celulares, etc. que atraviesan los espacios urbanos contemporáneos.

en diferentes partes del cuadro los símbolos de Chile, "La Loica", el "Volantín", "El Condor", la cordillera, a penas visible por la contaminación atmosférica.

Jose García Chibbaro