SAFO DE LESBOS
Cómo impedir que las manos jamás se junten
en el jardín que las condena.
Estigma de acequias, leche de los muertos
muda estela de tu voz que recorre los patíbulos de sombra
el ocre de las fuentes, los huesos traspasados de la espina.
Hay vaho en el tapiz en que tus dedos desnudos anhelaron
la imposible y unánime inmortalidad del mármol.
Benévola, efigie de hiedra, azar de adormideras
la lentitud del fuego que bifurca tu santuario
no ahuyentó a la muerte que lamía tus tobillos aún de cera
lienzo sempiterno de luto, funeral oscuro de los labios
para rescatar del olvido la cópula del rostro y de los signos
cristal de antigüedad, sustancia de barro y agonía.
Safo inclinada en la penumbra reza su raída oración de hastío.
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PRESAGIO DE LUZ
La alquimia del rostro esculpido en ceniza
se deshace en el arpa de las voces muertas
el aire menguaba su peso de espuma
en la oscura ceguera del primer astro.
Entonces me vi, vestido de ángel
con garras de cuervo y rostro de acero.
Suplicio de luz, veneno de äspides
en el corazón arcano del incendio.
La carcajada cruel de Nerval roza mis alas
de alabanza en el callejón exornado de cruces.
Sentaré a la muerte en mis muslos tibios
para amarla.
***
ÁNGELUS 13 A.C.
Colgué mi cabeza en la cocina de la casa
la soga se rompió y rodé contra la silla
Até una piedra a is tobillos y lancé mi cuerpo contra el mar
Un súbito oleaje de sirenas e devolvieron a la orilla
Me tendí en el sofá
y con una leve caricia sujeté el arma y disparé contra mi pecho;
cayó muerto el perro en el jardín.
Alguna vez alguien me dijo que los ángeles no podemos suicidarnos,
desde ese día me duele la luz y la trémula forma en que mueren los días y los astros.