Gabriel Cereño enfrenta a Sergio Muñoz
Desde 1994 el Taller de Poesía de La Sebastiana es dirigido por Sergio Muñoz Arriagada, quien trabajara además para la Fundación Neruda, propietaria del inmueble turístico; en esta labor formativa lo ha secundado su amigo y colega Ismael Gavilán.
Muñoz entrega su primer libro, Lengua muerta, bajo este nombre; libro que recoge su producción entre 1988 y 1998. A partir de 27 Poemas/ lengua en blues esta mención aparece tachada, a lo Juan Luis Martínez, agregándose al lado “Gabriel Cereño”. Nada tiene que ver con el Benito de Moby Dick; se trata del apellido de su padre biológico, aclara después en Lengua Ósea, edición entregada el 2003.
Muñoz Arriagada, ahora Cereño, intenta establecer en su primer trabajo algunas relaciones con el idioma, forzando a veces el vínculo entre lo narrado (su personal percepción del mundo, la amada, etc.) con la forma escritural. Sus notorios quiebres y aliteraciones se presentan como ejercicios retóricos y el excesivo conocimiento de la técnica, a ratos perjudica la lectura. Paradojal resulta que, al evadir la natural musicalidad de las palabras (es profesor de Música) entre, en casi todos sus versos, con el acento en tercera sílaba.
Su forma de negociar con la palabra -como diría Pound- continúa en Lengua en blues. El texto fugaz resulta entonces una declaración de principios más que una simple poética: y aunque la muerte entra en esta cicatriz/ tibias de memoria desnudan el juego de palabras/ con su carácter y símbolo/ lo significan le dan color y eufonía/ deletrean sus labios lo retocan de infancia. Aunque más adelante rescata la experiencia como fuente de este decir. Así, en vuelo, declara: yo hablo de lo que sé// y lo que sé se reduce apenas a la noche (...) al tiempo errante de una lengua desnuda.
Fiel a esta convicción, en Lengua ósea da cuenta del cambio de nombre y del estrecho vínculo entre poesía y vida. Lengua ósea muestra, a primera vista, un desarrollo importante en la escritura de Cereño. Sin embargo, esta sensación se debe al tema central de su estructura y al profundo sentido lírico aportado por la veintena de textos que lo conforman. Pues, de ellos, dos pertenecen al primer libro, ocho al segundo y uno aparece en la muestra colectiva Metáforas de Chile, cuyo editor es el poeta Pedro Araya.
La historia del poeta deja aquí de ser personal y se convierte en la anécdota literaria. Cereño es hijo natural de Alicia, su mamá tía, y ha sido inscrito como hijo de Sergio, tu tío materno. El padre verdadero resulta un mero signo extraviado. A la muerte del abuelo Muñoz, y de su madre, el tío demanda la venta de la propiedad natal del poeta, expulsándolo del paraíso familiar. Allí se produce el quiebre. Gabriel reclamará entonces no sólo su legítimo derecho hereditario, sino también el de llevar el nombre del pater familias, ese pariente del novelesco personaje que habrá de dar razón a la lengua que parla y a su existencia; para que haya comercio entre la realidad y el mito.
Gabriel Cereño (Sergio Muñoz Arriagada) nació en Valparaíso, en 1968. Es profesor de Música por la Universidad Católica y dirige el Taller de Poesía de La Sebastiana. Ha publicado Lengua muerta (1998), 27 poemas/ Lengua en blues (2002) y Lengua ósea (2003).
Publicado por
Juan Cameron
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