Retorno
Poemas de Juan Felipe Robledo
Juan Felipe Robledo
LUZ EN LA TARDE
Para Álvaro, mi hermano.
Por la imagen que para tí no tuve,
por esa manía vieja de querer un tiempo sin olvido,
me siento en esta mesa
e invento atardeceres de violencia
y rumores lejanos de otro día
(mi mamá llamándome a almorzar cuando Matías Sandorf dejaba el puerto).
Salgo a dar una vuelta de amigos por el parque
y estoy tranquilo con el destino que me ha sido dado.
Miro más allá de la ventana y soy alegre y digno
y estoy pleno de mí mismo
al recordar a Leonardo
pitando cabritos cerca del Arno.
COMO ESPERANDO ABRIL
Sumergido en el tiempo, olvidado
de todo lo que fuera
la terrible discordia entre el hombre y la saciedad,
el hombre se acodó en la barra.
Había descubierto el poder
de la distante belleza, la que se detiene y no gira.
Y aquello que era disminución
se hacía retorno,
espera jubilosa de otro abril, completo, rotundo,
sin temores.
TARDE AZUL CON MANUEL BANDEIRA
A Catalina González
Si pudiera darte las más puras alegrías de tu infancia,
esa porción intocada,
en que las palabras brillaban y caían de los labios como frutos de árbol,
y el limonero era el refugio de tus juegos,
y cantar era cantar sin prisa,
y tus días conocían una alegría sin grietas,
el buen compañero caminando a tu lado mucho
tiempo después de haber abandonado
el bosque,
si no hubiera burladeros para esconder el afecto
y mi alegría fuera una alegría que te acompañara
en el sueño, en el rotundo silencio,
si los corazones se pasearan en el jardín fragante,
y amáramos estar vivos como cachorros
acariciados por el sol,
todo podría volver a existir, el tiempo se desovillaría
y sabríamos volver a vivir sin lentas excusas
en la torrentera,
los mendrugos de pan nos conducirían a una casa
de chocolate y jengibre donde no hubiera
malvadas damas,
y no mi deseo sino mi ternura sería el anillo que
colgaría en tu cuello,
un anillo leve y pequeño,
en la tarde azul de un lunes de septiembre.
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Juan Felipe Robledo