La impresion xilografica al agua
"Ave en una rama"
Como bien sabemos los que nos hemos dedicado al oficio del grabado por largo tiempo, hay muchas y variadas desventajas en el uso de tintas grasas para imprimir grabados tanto comerciales como especiales, ya sean estas últimas de grandes nombres como Charbonnell, Lefranc, Gamblin o cualquier otra marca mundialmente acreditada. Las primeras o de uso comercial, generalmente, están sobrecargadas de productos químicos para acelerar el secado de las impresiones ya que están destinadas a la impresión comercial offset, por lo tanto, es aconsejable prepararlas de acuerdo a las necesidades neutralizando los efectos del secante con una pequeña cantidad de vaselina sólida, tal como fuera descubierto, allá por la década del 60 del siglo pasado, por el Tamarind Institute For Contemporary Lithography de la Universidad de Nueva México, en Alburquerque, Estados Unidos, institución dedicada predominantemente a la investigación y experimentación técnica de la Litografía, (“el Tamarind” a futuro). Es una práctica común que las tintas comerciales para imprimir grabado, generalmente, sean modificadas agregando pigmentos o diluyéndolas con más aceites. Las segundas, o sea, las tintas especiales para grabado, generalmente, son tan finas y de buena calidad que siempre dan buenos resultados, en otras palabras, cualquier trabajo se ve muy bien impreso, fuera de la calidad de la técnica y del trabajo, menoscabando la elaboración de la imagen misma porque el grabador se contentará con los resultados fáciles atribuyendo vanamente la belleza de la impresión a sus propias capacidades. Lo que es más, ambos tipos de tinta no presentan una gran variedad de matices por lo que se requiere de un tiempo adicional para preparar el tono deseado combinándolo con otros colores. Luego se presenta un problema aun mayor, si un grabado lleva muchos colores, se produce una saturación después de reiteradas capas yuxtapuestas de impresiones lo que afecta la precisión de las impresiones posteriores. Por este motivo, allá por la década del 70 del siglo pasado, el Tamarind también descubrió e inventó descargar la impresión litográfica del exceso de tinta lo que se lleva a efecto pasando la copia fresca recién impresa por la prensa bajo un papel algo absorbente para que retire este exceso al imprimirse. Generalmente, esto se realiza simultáneamente con la próxima impresión ubicando la copia a descargar sobre el papel de la nueva. El procedimiento también puede ser ejecutado manualmente. Esta práctica se puede repetir todas las veces que sea necesario y hay impresores que prácticamente secan las copias con este método. El resultado es una impresión muy fina y plana. A pesar de este refinamiento y no importando cuantas veces se descargue una impresión, inevitablemente la superficie impresa se saturará de tinta debido a sus poderosos aceites y secantes que, bajo la presión de la prensa, impregnara y saturara hasta la más mínima molécula del papel. Muy a menudo, después de imprimir unos seis o más colores se nota una gruesa y brillante textura de tinta que, las más de las veces, deteriora notablemente el aspecto de la impresión, transformándose las más de las veces en una verdadera melcocha aunque hay grabadores un tanto expresionistas que han sabido sacar partido de estas cualidades de gruesas texturas contrastándolas con otras más finas y sutiles…
"Loquats"
A las dificultades técnicas arriba expuestas, hay que agregar el conjunto de creencias que constituyen la verdadera mística del grabador. Esta mística está impregnado de diversos prejuicios o preconceptos recibidos durante la típica formación universitaria del grabador donde se nos inculcó que todo grabado en metal, litografía o xilografía, para que fuera propiamente tal, tenía que pasar forzosamente por una prensa. Hay quienes llevan este mito al extremo al suponer que por algún mágico motivo cuando un trabajo pasa por la prensa, algo nuevo, inusitado y hermoso va a salir del otro lado. Ojalá fuera así de fácil. Esta difundida creencia implica que el grabado es todo un arte por sí mismo, pero, el grabado es sólo una aplicación del dibujo, sin dibujo (figurativo o abstracto) no es nada, lo que ha sido demostrado por la Historia del Arte innumerables veces ya que todos los grandes grabadores han sido grandes dibujantes. No se puede dejar de mencionar el mito de la impresión manual. Sus detractores creen que el impresor manual distribuye el peso del instrumento impresor frotándolo de tal manera que logra gran variedad de matices y sutilezas. Si así fuera no habría dos copias iguales y la impresión así producida sería un frottage o una monocopia, capaz de ser detectado por un ojo experto ya que presentaría secciones más impresas que otras y por definición un grabado debe ser múltiple o sea ser capaz de ser multiplicado lo que implica uniformidad en la cantidad y distribución de la tinta en toda la extensión de su superficie impresa independientemente de lo finamente detallada que esta pueda ser. Hay que recordar los grandes tirajes y ediciones de las estampas japonesas que fueron todas impresas a mano y al agua. En el antiguo taller de impresión japonés de xilografías policromas, todo estaba húmedo: la madera, la tinta, el papel y el baren, incluso se mantenían grandes ollas de agua caliente para que la humedad impregnara todo el ambiente incluyendo al impresor.
A esto hay que sumar otra creencia popular que proviene probablemente de la Historia del Grabado y es que, para que un grabado sea propiamente tal, no debe exceder el tamaño de una buena hoja de libro. Como suele ocurrir al encontrar tantas dificultades y obstáculos, una buena y humilde alternativa es regresar a los orígenes. Si recordamos que los primeros grabados alguna vez producidos fueron impresos manualmente y al agua (China, Siglo VII DC.) y que el primer grabado fechado europeo fue impreso en el Siglo XV en Mainz, Alemania y el uso de tintas grasas o betunes debió derivar del nielli y posteriormente del grabado en metal a partir del siglo XVI. La diferencia nos arroja aproximadamente 8 siglos de impresión manual y al agua lo que indica que la impresión con tintas grasas es lo atípico en el proceso histórico ya que ha estado en uso solo durante unos 4 siglos. A estos 8 siglos, hay que sumar los 3 siglos del periodo de las estampas japonesas que fue íntegramente impreso al agua. Estos datos nos indican que hay otras posibilidades de imprimir más simples, directas y con mejores resultados si es que nos interesa matizar los colores usados o si buscamos efectos más limpios y refinados. Estos conjuntos de falsas creencias, prejuicios o preconceptos adquiridos ya sea en las etapas formativas o del ejercicio del oficio de grabador, si bien son muy censurables hay que recordar que constituyen esa parte esencial y muy hermosa de toda actividad humana que se denomina tradición que no es más que la expresión del amor al oficio. Si bien es cierto que sin la mística del grabador no habría tal, también es cierto que no es conveniente, desde una perspectiva creativa, coartar toda iniciativa de investigación y experimentación ostentando una mística prejuiciosa demasiado restrictiva.
Es por estos motivos que hace tiempo que muchos grabadores han optado por preparar sus propias tintas y también algunas empresas dedicadas al rubro. Es así como Speedball Art Products ha producida una tinta al agua de excelente calidad, Akua Inks, creada por la grabadora neoyorquina Susan Rostow, que puede ser impresa mecánica o manualmente tanto en grabado en metal como en xilografía. Charbonell también ofrece un producto similar, Agua Wash, con las mismas propiedades. Esto significa que si hay demanda de este producto debe ser porque la impresión al agua se ha difundido extensamente. Inclusive se puede usar desde simple acuarela hasta tinta inkjet de impresiones electrónicas debidamente diluida en agua con la ventaja de que son fluidos que penetraran el papel si es adecuadamente blando, ofreciendo un aspecto de “tinta dentro del papel” y no sobre éste apilándose infinitamente.
Indudablemente estamos frente a un universo que queda por ser investigado y conquistado dentro de los nuevos y modernos espacios de las artes gráficas y podría decirse que queda mucho pan aún por rebanar, o más bien, quedan muchas resmas de papel por imprimir al agua.
Impresión xilográfica con Keizaburo Matsuzaki
Publicado por