Mirada historiográfica del grabado local
Foto Mariana Vicencio © Víctor Maturana
En el contexto de las artes visuales en nuestra zona ha sido notable la exposición denominada Grabado Manifiesto, montada en el Parque Cultural de Valparaíso entre mediados de junio y agosto recién pasado. Junto al valor intrínseco de la muestra, se observó la intención de realizar una línea de tiempo y cierta mirada historiográfica del grabado local tomando como referente dos momentos y dos artistas señeros del grabado en Valparaíso: Carlos Hermosilla y Víctor Maturana. El punto de partida se fija en 1939 siendo el año de la creación del taller de grabado en la Escuela de Bellas Artes de Viña del Mar por el artista Carlos Hermosilla, mientras que el término, 1989, año en que Maturana obtiene el Premio Nacional de Grabado en el Salón Sur con un trabajo innovador.
Foto CB © Víctor Maturana "Un pie y tres cuotas" Exposición Grabado Manifiesto 2012
El hito representado por Maturana y el premio mencionado con la obra Un pie y tres cuotas (fig. 1) marcaría- al decir de Justo Pastor Mellado-, un antes y un después del grabado local. Tanto el premio, como la notoriedad que alcanza Maturana, no es más que el corolario a una trayectoria que se inició prematuramente en el año que comienza la carrera de Artes Plásticas en 1979. En los tempranos trabajos de estudiante va apareciendo lo que será su más notable característica: ir más allá de lo tradicional probando soportes diversos, formatos atrevidos y una técnica depurada. Ello hace posible su incorporación al circuito de salones y concursos regionales y nacionales. Dentro de estos últimos -ese mismo año-, obtiene un premio de gran relevancia, el V Concurso de la Colocadora Nacional de Valores con la obra en técnicas mixtas Camisa azul (fig. 2), cuyo discurso conceptual y singular formato tuvo el apoyo del jurado internacional. Algunos años más tarde, en 1983, consigue el Premio de Honor del V Concurso Nacional de Arte Joven de la Universidad de Valparaíso con la escultura El perro se divierte (fig. 3), un humilde objeto de uso cotidiano- una pinza para colgar ropa -es sacado de su contexto utilitario multiplicando su tamaño y tensionando el referente objetual conduciéndolo a un plano distinto y provocador.
La búsqueda expresiva de Maturana da un giro determinante cuando decide estudiar grabado en la Escuela de Bellas Artes de Viña del Mar, lugar que ofrecía el aprendizaje de las técnicas tradicionales de la disciplina impartidas por el profesor Roberlindo Villegas. Dentro de estas técnicas tradicionales se encuentra la xilografía y su similar, la linografía. Esta última se adecuaba a la perfección al estilo de trabajo que el joven artista y profesor había ido desarrollando desde sus inicios, es decir, la experimentación y el juego de alternativas posibles extraídas de los materiales. Descubre que el linóleo le permitía elaborar una matriz abierta, entendiéndose por esto, la opción de llegar a una solución del trabajo no con la matriz acabada, sino, extendiendo el juego de posibilidades hasta la impresión misma. La ductilidad de este material permite recortar la matriz rompiendo el rectángulo que fija límites a la composición, con ello, surgen nuevas opciones que nuestro artista sabe aprovechar. Vale destacar que el linóleo fue un material muy usado por Hermosilla, el otro polo en la propuesta de Grabado Manifiesto, apareciendo un nexo entre ambos artistas a través de una misma técnica, a la cual, Maturana descubre posibilidades no exploradas por los maestros antiguos. El resultado de ello queda graficado en la obra ya citada Un pie y tres cuotas, linografía con la que consigue uno de los galardones más importantes de su carrera hasta ese momento. En este trabajo vuelve a tomar un objeto cotidiano- un zapato-, aumentando considerablemente su tamaño dividiendo la imagen en un tríptico. El enorme zapato amenaza aplastar a unos transeúntes, quienes sin saber lo que se cierne sobre ellos, se desplazan como una masa anónima e indiferente. Siguiendo con el estilo lúdico presente en sus trabajos, Víctor Maturana vuelve a ironizar con la elección del título, consiguiendo cierta dislocación de referentes y demostrando como el aporte textual contribuye- al decir de Alberto Madrid- a la experiencia plástica.
La crítica del círculo santiaguino destaca su aporte y trayectoria como un nuevo valor e invita a fijar la atención en su trabajo y propuesta singular que conjuga la representación figurativa de objetos cotidianos llevada a un plano de significantes que fracturan lo real. La forma creativa de Maturana no es menos particular -deja actuar al proceso-, permitiendo y aprovechando las bifurcaciones que pueden aparecer agregando nuevos sentidos a la imagen. Esta ha sido su forma de trabajo desde los inicios y que es - en cierta manera - la aplicación estética de la “teoría del caos” - como él mismo sostiene-, incorporando al azar en un proceso que él va dirigiendo hasta conseguir una imagen dinámica y de lecturas referenciales abiertas. Con sus matrices móviles, Maturana va armando un tejido visual compuesto de trozos -como en la tipografía - con la que construye su discurso plástico.
En los años transcurridos desde aquel 1989, Víctor ha continuado avanzando en su quehacer artístico, pero la vez, trabajando con igual pasión y rigurosidad en su rol de profesor de arte y gestor cultural (fig. 4, 5). Su gestión ha sido amplia y fructífera -sólo por mencionar una de ellas- se ha preocupado de mantener el Centro del Grabado de Valparaíso como una instancia artística de valor- presente en estos veinte años- a pasar de algunos silencios y cuya vigencia quedó registrada en la citada exposición Grabado Manifiesto, la cual, el año venidero viajará al Centro Cultural Estación Mapocho, ya que resultó seleccionada como parte del programa de Artes Visuales del 2013, ello, gracias a la adjudicación de un proyecto de Víctor Maturana que llevará el grabado local a ese importante espacio cultural santiaguino.
Sin resonancia, trabajando con dedicación y con resultados exitosos, Víctor Maturana se desplaza en el grabado sin fijar sus límites, en una geografía abierta, pero manteniendo la tradición de la matriz, aunque sea en la frontera de la misma, lo que da a su trabajo una identidad particular.
Publicado por