Vigencia y modernidad de la xilografía
Recientemente a lo largo del país se ha desarrollado la “semana de las artes visuales”, cada región ha encontrado la forma de llevar a cabo alguna muestra, a veces modesta dentro de lo local, o invitando a algún artista de connotada trayectoria. Por otra parte, del 28 de septiembre al 1º de octubre tuvo lugar Ch.ACO, la gran feria de artes visuales del Centro Cultural Estación Mapocho. Esta última actividad se ha podido seguir- en alguna de sus manifestaciones- a través de twitter. Haciendo link en los sitios que suben entendidos o público general aparece en la pantalla casera alguna de las “obras” que han expuesto las 30 galerías nacionales e internacionales participantes. Desde conceptuales instalaciones a sencillos dibujos, las miradas al arte actual revelan la búsqueda de lo novedoso. Usando soportes audaces y no tradicionales aparecen propuestas en el límite de la sociología y de otras ramas de las ciencias sociales. Sin pretender realizar un análisis historiográfico de la actual situación de las artes visuales en nuestro medio, ni menos intentar un comentario reflexivo sobre aquello, llama la atención que dentro de la vorágine de los cientos de trabajos que se pueden ver en Ch.ACO, emerge de cuando en cuando la tradicional técnica de la xilografía. Desde su sencillez blanco y negro- también está la xilocolor- la más antigua expresión del grabado sigue tan fresca y llena de posibilidades como en sus inicios remotos. La saludable permanencia de esta técnica - que se apoya en la gestualidad de la mano y la herramienta- nos ilustra de las posibilidades que entrega la placa de madera; del dialogo y confrontación del material y la mano en la gestación de la matriz. Una característica de la xilografía que la distingue de otras técnicas del grabado, es, la posibilidad de lograr la mayor expresión con notable economía de intervenciones. Al respecto podemos citar los impactantes grabados en esta modalidad que aparecieron hace un siglo en las ilustraciones de los maestros del expresionismo alemán.
© Adriana Asenjo
En nuestro medio hemos tenido excelentes xilógrafos como Carlos Hermosilla y otros cultores mas recientes, de ello da cuenta la exposición colectiva de grabadoras nacionales “Desde la matriz”, que se lleva a cabo en el Museo Nacional de Bellas Artes hasta fines de octubre, donde se pueden observar varias obras realizadas en esta técnica. En la mencionada muestra se incluye una obra de Adriana Asenjo, importante grabadora nacional que ha hecho de la xilografía su lenguaje expresivo fundamental, en cada obra que nos entrega aparece el respeto al aporte propio de la fibra y sus texturas naturales que ella traslada al soporte delicadamente sin usar el tórculo- sólo la presión manual- logrando matices que la prensa diluye. Fuerza expresiva y sutileza parecieran contrapuestos, pero en la obra de Asenjo se convierten en su sello. A lo anterior se suma el dramático dialogo de los negros y blancos, cuya dinámica se marca en el recorte de figuras y planos simples que hacen un rítmico juego de figura y fondo casi signico que recuerda cierta estética oriental. El grabado que aparece en la exposición anteriormente referida, es un busto de maniquí en notable gama de grises que se recorta imponente sobre el negro que deja respirar la fibra de la madera. Formas rotundas y a la vez sutiles componen la obra, destacando las texturas y ritmos de la madera en sobrio equilibrio con la propuesta formal desarrollada.
Tanto en la exposición -mas bien tradicional- denominada “Desde la matriz”, como en los trabajos que se pudieron ver en Ch.ACO, la xilografía aparece como una técnica indispensable gracias a las posibilidades que ofrece al creador, independiente del soporte que la contenga, siempre moderna y actual continúa siendo desarrollada por cultores tradicionales y progresistas.
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